Entre los administradores de fincas y los administradores inmobiliarios parece haber una línea tan delgada que algunas veces hay duplicidades en las labores de cada uno de estos dos puestos profesionales. Mientras que los administradores de fincas se encargan de todo lo relacionado con el buen funcionamiento de una finca de cualquier tipo en el que haya varios propietarios y zonas comunes, un administrador inmobiliario gestiona todo lo relacionado con una finca desde el inicio de su planificación hasta la terminación de una obra y la administración de las ventas y el alquiler de los inmuebles destinados para tal fin.
Un administrador inmobiliario se encarga de gestionar los fondos de la empresa que se ocupa de hacer por completo la obra, así como de atender todos los contratos relacionados con la obra, como los permisos, la compra de los materiales y el personal que se contratará así como los pagos a la seguridad social y las gestiones de cuantos inconvenientes puedan surgir durante la consecución de las obras.
Debido a la magnitud de las responsabilidades que conlleva gestionar todo esto, algunas veces se encargan varios administradores, los cuales pueden estar especializados en un campo en concreto mientras que otros se hace cargo de otro campo o retoma el trabajo en el punto en el que lo haya dejado otro.
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